(fuente: textos de Luis Camporredondo)
Etimología de la palabra “Yanguas”
Se advierten varias etimologías para el nombre del pueblo:
- El Chronicón del Rey don Alfonso El Magno llama “Valle de Yagüeya” al valle en el que se asienta el pueblo.
- En documentos antiguos y cuyo origen desconocemos, se le llama al pueblo “Villa Yanuensis”.
- En otro documento posterior, se le designa como “Antigua y fuerte Villa de Yanguas”.
- Si a su nombre se le quita la “g”, queda la palabra “Yanguas” que, en latín, significa “puertas”. Es la versión más aceptada. Son estas puertas las que aparecen en su escudo. La situación del pueblo lo convierte en una puerta, río Cidacos abajo, hacia lo que ahora es La Rioja,
Descripción de su escudo
El escudo de Yanguas es un rectángulo, cuya base está constituida por dos curvas terminadas en punta, en el que aparecen dos puertas cerradas, en cuyos flancos orlados se lee la inscripción “Puertas de Valdearnedo” y sobre el que mira hacia la derecha un casco guerrero, cerrado y con plumas.
Situación de Yanguas
Yanguas está asentado en una colina, a 950 metros sobre el nivel del mar, a la izquierda del cauce del río Cidacos, al que se une, en el pueblo, el río Masas.
Su clima es de tipo continental, con inviernos fríos y veranos templados y agradables. Se advierte que sus vientos más frecuentes provienen del Norte y del Noroeste.
Yanguas está situado a 48 kilómetros de Soria, a 33 kilómetros de Arnedo, a 83 kilómetros de Logroño y a 51 kilómetros de Calahorra, ciudad en la que el río Cidacos vierte sus aguas al río Ebro.
El entorno paisajístico que rodea al pueblo es de gran belleza, variada en sus motivos y excitante de los cinco sentidos. La roca agreste y seria, las sombras y murmullos de sus álamos, la frescura y limpieza de sus aguas, los olores del aire y de sus chacinerías, el sabor de sus frutales, los matices de sus silencios... confieren a Yanguas una personalidad sugerente, austera y sincera.
A pesar de que la despoblación general de la comarca haya hecho declinar su ganadería bóvida y su agricultura de cereales y frutales, aún se mantienen explotaciones de este tipo en sus alrededores. La agricultura y ganadería de subsistencia, que dominaban su economía hasta hace pocas décadas, han dejado paso a una economía de servicios en la que las características propias del pueblo propician actividades lúdicas y de descanso, presididas por una coexistencia y respeto mayúsculos hacia el medio ambiente, alternativas a otras más ruidosas o multitudinarias. Se caracterizan, sobre todo, por la intimidad, la cercanía y la sinceridad con las que cada persona disfruta de las sensaciones que le son producidas.
El caso urbano de Yanguas ha sido declarado Patrimonio Histórico Artístico. Dejamos que los visitantes descubran sus rincones y secretos, la sobriedad de sus fachadas, tanto de las más insignes como de las más austeras, etc. En algunas calles se mantiene el empedrado antiguo. La piedra domina en la construcción de las casas, que aplauden el esfuerzo de rehabilitación y mantenimiento que sus dueños están realizando, casi continuamente.
Sus fiestas patronales se celebran el 17 de julio y el fin de semana más cercano a dicha fecha.
Demos un pequeño paseo por los elementos urbanos más sobresalientes de Yanguas:
- Iglesia de Santa María y Capilla del Santo Cristo
Es una iglesia de estilo gótico, de tres naves, con un retablo renacentista en el que se admira una imagen notable de Santa María con el Niño. En esta iglesia se encuentra la Capilla del Santo Cristo, que goza de la veneración de los yangüeses: emplazada en la nave lateral izquierda de la iglesia, fue constrioda entre 1702 y 1736. Es la más importante de la comarca – y, tal vez, de la provincia –, debido a la calidad de sus elementos constituyentes y a la belleza y poder del conjunto: el mármol blanco y negro del suelo, el damasco de sus muros, el espectacular barroco de su retablo, su sacristía y su Armónium. Esta capilla cobija la figura del Cristo de Yanguas, de gran belleza y de especial arraigo religioso en el pueblo.
Templo de actividad de culto ordinario, está situada junto a la Plaza de la Constitución. Su retablo es plateresco y realmente bello.
Es lo único que queda en pie del templo homónimo, desaparecido hacia el año 1800. Es de estilo románico y su construcción data del año 1140.
Lugar coqueto y recogido, esta plaza es uno de los corazones del pueblo. En uno de sus lados se erige la Casa de la Villa, antigua Escuela y sede actual del Ayuntamiento. Posee una bonita fachada de ladrillo rojo. En el lado opuesto se encuentra la pared de la iglesia de San Lorenzo, con su fuente mural y, en las paredes laterales, porticadas, se levantan casas familiares de sugerentes y acogedoras fachadas. El empedrado del suelo de toda la plaza se mantiene en el que fue su original, irregular y ya convertido en riqueza histórica.
Tendido a un lado de la iglesia de Santa María, al otro lado de la carretera, es un puente de tres ojos, uno de ellos de atrevido diámetro, cuyo suelo también mantiene su empedrado antiguo. Lamentablemente, sus muros laterales no han corrido la misma suerte, aunque mantiene, si duda, su encanto. Conduce al molino del pueblo, ahora en desuso. Se eleva sobre el río Cidacos, constituido, valga la expresión, en dinámico pulmón vital del pueblo.
Situado bajo el puente, os invitamos a que lo visitéis y a que descifréis la leyenda esculpida en sus paredes y que, graciosamente, alude a la dificultad de que varias mujeres se afanen allí en sus labores... en silencio.
Apenas quedan de él los cuatro muros exteriores y parte de las paredes y almenas de las cuatro torres situadas en sus vértices. Sus muros tienen un metro y medio de espesor y están construidos a cal y canto, de dura argamasa. En una de sus ventanas se hallan dos escudos, que os invitamos a que descubráis. Ha pasado por varios dueños, desde varios descendientes de los Reyes de Navarra a diversos nobles de Cameros.
Situada entre la iglesia de Santa María y la torre de San Miguel, ahora no es más que un conjunto ruinoso de muros caídos que sugieren una desordenada y minúscula formación urbana, la que fue la antigua y que, posteriormente, mudó a la actual. Probablemente, existió antes que ella una pequeña población romana.
Dedicado al arte sacro, reúne y muestra diversas piezas pertenecientes a las iglesias de los pueblos de la comarca, una colección de casullas y pergaminos y, destacando, unas imágenes románicas y otras irrecuperables que aparecieron enterradas en la iglesia de San Lorenzo, cuando se efectuaban obras en ella, dedicadas a Cristo y a la Virgen María.
De las antiguas murallas del pueblo, dos son las puertas que se conservan: la del Río y la de La Villa. Son dos arcos cuyos umbrales son puertas invisibles que nunca se cierran.
Además de estos lugares, descritos ahora de manera introductoria, existen otros lugares en Yanguas que merecen vuestra presencia y atención. No estarán en la lista académica, típica de documentos oficiales o propagandísticos (como lo estarían muchos de los aquí descritos) o de publicaciones disfrazadas de enciclopedia o azotadas por actitudes de ensalzamiento, de pleitesía o de ese carácter regio y sobrio que parece empañar todo lo que sea medieval, de piedra o que, pretenciosamente, quiera aparentar su carácter ilustrado o, aún más pretencioso, auténtico... Pero están en Yanguas. Su catálogo es personal e intransferible. Hay que estar aquí para sentirlos, para meternos en ellos hasta el tuétano. Son parte de otro patrimonio, menos histórico y artístico y más emocional e íntimo. Su tamaño e importancia, como su intensidad, varían en cada persona. Apelan, no a la Historia, sino a la relación de cada cual con ella y, en general, más que a la Historia documentada y oficial, a la de quienes han estado ahí antes que nosotros y que vosotros. Cada vez que alguien participa de sus matices, estos lugares se enriquecen con uno nuevo. Y ahí reside el secreto, el misterio, el descubrimiento que cada persona hace cuando está en Yanguas.
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